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Viñeta de la novela gráfica: Persépolis de Marjane Satrapi

ACA TENES TU ESPACIO… ¡APROVECHALO!

Carta Abierta a las Autoridades administrativas, Docentes y Alumnos del I.S.F.D y T. Nº 8:

Suele ocurrir que cuando se le pregunta a alguien qué habría que cambiar para que las cosas anden mejor en el país, una de las respuestas más escuchadas sea: la educación.

Sobre esta temática puede haber muchas miradas diferentes, pero casi nadie duda que es una de las bases para un país mejor.

Ahora bien ¿Qué hacemos a diario para reivindicar nuestras palabras?

Como docentes u alumnos de cualquier institución educativa tenemos distintos derechos y obligaciones que ya todos conocemos, o medianamente deberíamos conocer. Sin embargo hay una cuestión que escapa a estas variables, y es el COMPROMISO.

No hay ningún artículo de ningún estatuto que hable del derecho o la obligación de ser comprometidos en nuestras tareas, sin embargo, como sujetos sociales, como personas, estudiantes o docentes, es algo que debería ser primordial en nuestra escala de valores.

¿Somos comprometidos en nuestros roles académicos?

Si creemos que la educación es importante, ¿Por qué faltamos a clase cada vez que se nos presenta la oportunidad? ¿Por qué no cumplimos con los trabajos que se nos piden? ¿Por qué no leemos un texto? ¿Por qué no llegamos a horario a las clases? ¿Por qué no reclamamos cuando nos falta un profesor?

Son entendibles diversas cuestiones personales, ya sean problemas de salud, laborales, incluso afectivos, pero estas deberían ser la excepción, y no la regla.

En el caso de los docentes ¿Por qué exigen lecturas, tareas, y rendir bien un examen, cuando faltan varias veces al año sin siquiera avisar a los alumnos? ¿Por qué llegan fuera de horario? ¿Por qué no ayudan o incentivan a los alumnos a forjarse cada día como mejores estudiantes, pero también como mejores personas?

Son entendibles diversas cuestiones personales, ya sean problemas de salud, laborales, incluso afectivos, pero estas deberían ser la excepción, y no la regla.

Es posible una mejor educación para un mejor país siempre que empecemos “por casa”. No habrá planes de estudio brillantes, ni condiciones edilicias perfectas, ni autoridades capaces y creativas que alcancen si no nos comprometemos, a diario, con nuestros lugares dentro de la institución. Tenemos que aprender a comprometernos, a querer nuestros espacios, a ser cada vez más partícipes de nuestros cambios cotidianos, si realmente queremos una educación que nos eduque, nos sirva como herramienta hacia el futuro, y nos haga también disfrutar de cada hora invertida en la vida académica.

BEMBA

miércoles, 8 de junio de 2011

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